Fuente: eldiadecordoba.es
Una empresa de Córdoba ha desarrollado el primer lector biométrico de huella dactilar inalámbrico, con memoria USB y wifi, que ya se utiliza en la Universidad de Málaga
La típica imagen de película de ciencia ficción en la que alguien accede a una dependencia secreta poniendo su dedo sobre un lector es ahora más real que nunca. Una joven empresa de Córdoba ha desarrollado el primer lector biométrico de huella dactilar inalámbrico, con memoria USB y wifi. De momento se está utilizando en las clases de domótica de la Facultad de Ingeniería de Málaga sustituyendo a la tradicional manera de pasar lista. El servicio de identificación, además, ha despertado la curiosidad de la Universidad de Harvard, que ya ha solicitado una demostración del dispositivo, según ha desvelado Historias de luz.
La empresa se llama Qualica RD y gracias al asesoramiento del Centro de Apoyo al Desarrollo Empresarial de Córdoba han conseguido traducir una inversión inicial de 40.000 euros en una facturación de 800.000 euros. El 30% de los beneficios viene del extranjero. Además son expertos en el desarrollo de sistemas de identificación automática mediante tarjetas de radiofrecuencia y han diseñado una impresora única para tarjetas plásticas. Ya han comercializado 300.000 impresoras y cuatro millones de dispositivos de radiofrecuencias, pulseras y tarjetas plásticas de acceso a comercios y empresas.
Con este mecanismo, la huella dactilar de los alumnos se queda recogida en el momento en el que realizan la matrícula y después, en clase, el profesor sólo tiene que pasar el dispositivo entre los estudiantes y el sistema validará su intensificación. Así, la asistencia queda recogida en el aparato. Es un lector biométrico único en el mundo y se usa a diario en esta aula. Este dispositivo ha sido desarrollado por el profesor de Domótica de la Universidad de Málaga Paco Guzmán junto a dos cordobeses, socios de una joven empresa, dedicada a los sistemas de identificación automáticos. El comercial de Qualica RD, Alejandro Gómez, asegura que «hemos creado un sistema que no existe mediante biometría, que es un lector inalámbrico con memoria USB con wifi, les propusimos montarlo con huella para que fuera imposible falsificarlo y además algo que fuera dinámico que el profesor no tardase 20 o 30 minutos en pasar las listas».
Desde su sede en Córdoba también imprimen a diario miles de tarjetas, uno de los productos más demandados para los controles de acceso en muchos servicios y comercios. Una batalla ganada a la banda magnética que deja paso a la radiofrecuencia.