Álvaro Gil, con su diploma, junto a sus profesores.
Álvaro Gil, con su diploma, junto a sus profesores.

fuente: europasur.es

Álvaro Gil, del instituto Hozgarganta, gana el concurso de ideas Emprendejoven

Cuando alguien ha vivido cerca de un pantano y se ha divertido en él se le ocurren ideas brillantes para que otros también puedan venir a disfrutar de los recursos de su zona. Con esa filosofía construyó Álvaro Gil La Casa de la Pesca, un proyecto de turismo activo que contempla la creación de apartamentos rurales para la práctica de la pesca y que fue premiado por Emprendejoven 9, el concurso de ideas de Andalucía Emprende, el organismo adscrito a la Consejería de Economía, Innovación Ciencia y Empleo.

Álvaro estudió en el instituto Hozgarganta de Jimena de la Frontera el ciclo formativo de Gestión de recursos naturales. Pero él es de Ardales (Málaga). «Por eso mi proyecto lo hice pensando en el embalse del Chorro, aunque también por motivos de trabajo de mi padre he vivido en el pantano de Charco Redondo, en Los Barrios», contó el ganador de la décima convocatoria del concurso, que actualmente estudia ingeniería forestal en Huelva.

Alguien que ha pasado mucho tiempo de su vida cerca de un pantano conoce sus atractivos turísticos. Por eso ideó una pequeña comunidad con apartamentos, tiendas, cursos y concursos que promovieran visitas y proporcionaran oportunidades útiles y reales a zonas que tradicionalmente son rurales y respetando sus recursos.

La idea estaba, pero hacía falta darle forma. Técnicos del Centro de Apoyo al Desarrollo Empresarial (CADE) de San Martín del Tesorillo les explicaron en clase cómo hacerlo y, al poco tiempo, tres de los proyectos, entre los que estaba el de Álvaro, fueron a Cádiz para seguir perfilándolos. Y ganó, el proyecto de los embalses del estudiante de instituto jimenato fue considerado el mejor de la provincia. Junto a los alumnos del resto de las provincias andaluzas recogieron sus respectivos galardones en Granada.

«El premio consistía en 1.500 euros y apoyo para iniciar el proyecto o un portátil», contó Álvaro, que finalmente eligió el ordenador porque, a sus 23 años, consideró que aún es demasiado joven para emprender y prefirió seguir formándose para, en un futuro y si es posible, ser técnico medioambiental.

Tampoco descartó poder llevar a la práctica el proyecto algún día. «Pero hace falta mucho más que el premio para llevar a cabo un proyecto así y hoy es muy difícil encontrar inversor», admitió el estudiante. Al menos ya sabe que tuvo una muy buena idea y que fue premiada entre más de 1.400 presentadas en toda la comunidad autónoma.