Premiados junto a autoridades
Premiados junto a autoridades

Kronia, Nexo, NTIC, Coperaula, Gener y el almeriense José Luis Suárez Muyor se reparten los premios en las distintas modalidades

El presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, ha presidido hoy en Sevilla la entrega de los XXI Premios Arco Iris del Cooperativismo, que reconocen la trayectoria de iniciativas empresariales y de figuras relevantes del ámbito de la economía social que han apostado por esta filosofía sociolaboral en la configuración de sus distintos proyectos, o que han destacado por la defensa de los valores propios de esta concepción del trabajo y de las relaciones sociolaborales.

Estos galardones, concedidos por la Consejería de Economía, Innovación y Ciencia, han premiado a la compañía granadina El Grupo S.C.A. como Mejor Cooperativa. Se trata de una empresa referencial para el sector hortofrutícola en su provincia que nació hace casi cuatro décadas en Castell de Ferro de la mano de 18 socios como Grupo de Colonización Sindical y cuya evolución ha resultado sorprendente. Son actualmente 450 socios y colaboradores, tienen 311 trabajadores fijos y eventuales, más de 18.000 m2 construidos para refrigeración, almacenamiento, manipulación y transformación, y unas 400 hectáreas de superficie cultivable.

A ello habría que añadir la producción de 46.000 toneladas de pepino holandés, tomate cherry, pimiento italiano, judía verde, espárrago y sandía durante la campaña 2007-08, y una facturación que alcanzó los 50 millones de euros en ese mismo periodo.

Por lo que respecta a mercados, esta cooperativa de Granada surte de productos andaluces a ciudadanos de Alemania, Francia, Reino Unido, Polonia, República Checa, Austria e Irlanda. Además, durante la última campaña han entablado relaciones comerciales con otros países de Europa del Este, como Rusia y las Repúblicas Bálticas que, gracias a El Grupo, conocerán de primera mano la excelencia de la agricultura andaluza.

Kronia, mejor Cooperativa Innovadora

En mayo de 2007, dos ingenieros informáticos, una diplomada en Estadística y un ingeniero técnico industrial decidieron darle forma a una idea: crear un proyecto empresarial. Ex compañeros de trabajo, tenían claro que había llegado el momento de cambiar: “Queríamos hacer las cosas de otra manera”, reconoce Ángel Márquez. Con el apoyo de Andalucía Emprende, recibieron desde sus inicios asesoramiento especializado en el Centro de Apoyo al Desarrollo Empresarial (CADE) ‘Estrategias’ de Sevilla donde se encuentra alojado gratuitamente en la actualidad. Este joven y sus socios Carlos Sánchez, Eva Guzmán y Fernando Atienza fueron asesorados para que el resultado de su esfuerzo fuese en consonancia con el modelo de empresa que ellos buscaban: “Teníamos muy claro qué queríamos, aunque no sabíamos que la economía social era el modelo que cumplía y superaba todas nuestras expectativas, por lo que optamos por una sociedad cooperativa”, recuerda. Así nació Kronia, compañía dedicada al desarrollo de productos, servicios y software.

En un principio se centraron en el sector industrial, incluyendo posteriormente el sector de la construcción (integración y control de sistemas de un edificio que lo hagan energéticamente sostenible) y el sector de las energías renovables: “el paso lógico”, a juicio de Márquez, “pues siempre –explica– hemos estado apostando por la eficiencia energética y por la sostenibilidad en la industria y otros sectores”. Para Kronia, que desarrolla nuevos productos para que sus clientes mejoren en productividad y reduzcan el consumo energético, la innovación es una pieza clave: “Nuestras soluciones son innovadoras; en realidad, casi llegamos a convertirnos en un departamento externalizado de I+D+i”, sentencia Ángel Márquez. Actualmente, entre otros proyectos, trabajan en la aplicación al ámbito urbano y municipal de productos diseñados previamente para la industria.

NTIC, mejor experiencia de integración cooperativa

NTIC es una sociedad cooperativa de segundo grado que surge como consecuencia del crecimiento experimentado por las dos entidades que la componen: ANDALUZA DE INFORMÁTICA y NUVITEL, ambas dedicadas a servicios informáticos desde hace más de doce años. Sin embargo, la lógica del mercado les situó ante una disyuntiva: estancarse o crecer. Y eligieron dar los pasos para ser cada vez más grandes: “Nuestro negocio estaba limitado por nuestro tamaño, queríamos abrir nuevos mercados, asumir proyectos de ingeniería y encaminarnos hacia otras direcciones”, recuerda José Vicaría, directivo de NTIC.

Por ese motivo decidieron aunar fuerzas: “Además, éramos perfectamente complementarios –añade Vicaría-, pues mientras que una de las empresas estaba muy especializada en ofrecer servicios a clientes particulares y empresas privadas, la otra enfocaba más su actividad hacia las necesidades de la Administración”. A su juicio, la constitución de NTIC les ha permitido disponer de una estructura mayor, de más personal cualificado y, por supuesto, de una variedad de clientes más amplia: “Además, mejoramos nuestra competitividad y aseguramos un crecimiento sostenible de las empresas integradas.

Ubicada en el Centro de Empresas del Parque Tecnológico de Andalucía (Málaga), orienta su actividad hacia tres líneas concretas: la ingeniería industrial y de telecomunicaciones, la instalación de infraestructuras (soluciones de conectividad y sistemas basados en nuevas tecnologías) y el desarrollo de proyectos de energías renovables y de eficiencia energética. Líneas que han abordado en momentos puntuales con hasta 35 trabajadores en plantilla: “Algo que no hubiera sido posible sin integrarnos en una cooperativa de segundo grado”, matiza José Vicaría.

Gener, mejor experiencia de cooperativa juvenil

Gener, S. Coop. And., es un proyecto empresarial con cinco años de historia. Nació en Laujar de Andarax gracias al empeño de cuatro jóvenes con edades comprendidas entre los 24 y los 30 años: “Todos estábamos trabajando, pero decidimos dejar nuestras anteriores empresas y apostar por esto”, recuerda Óscar Sánchez, gerente. Aquel equipo inicial tenía un marcado carácter multidisciplinar: un ingeniero, un informático y otros dos trabajadores que habían adquirido una notable experiencia de trato con el público.

Desde el principio se interesaron por la instalación y venta de productos relacionados con las energías renovables, siempre en el ámbito doméstico: calderas de biomasa, chimeneas de pellets, placas solares, etc. No sólo por una voluntad de hacer negocios: “Estamos muy concienciados con el cambio climático, y queremos ayudar en esta tarea desde nuestro puesto de trabajo”, sentencia Óscar. Para los miembros de Gener, esta cooperativa permite llevar a cabo una labor pedagógica, enseñar a los ciudadanos a ahorrar energía “y también a usarla de un modo eficiente”, añade este joven empresario.

Asimismo, tenían claro que no iban a vincular su trayectoria con la del sector de la construcción: “Sólo hemos trabajado en pequeñas promociones, y todo lo demás lo hemos llevado a efecto con clientes particulares”, manifiesta Sánchez. Tal vez por eso la crisis haya incidido poco en los balances de Gener: una empresa viva y de la que ya no forman parte dos de los cuatro fundadores. A cambio se ha incorporado un tercer socio. Todos viven como “un honor” el hecho de figurar en la nómina de estos XXI Premios Arco Iris: “Es algo que sube la moral, pues descubres que estás haciendo las cosas bien pese a los obstáculos que puedan surgirnos por el camino”, considera Óscar Sánchez.

Coperaula, mejor iniciativa cooperativa

Coperaula es un ejemplo relevante de empresa que surge a la luz de una coyuntura específica, y que más tarde adquiere velocidad de crucero gracias al buen trabajo de sus integrantes. Nació en 2002 en el seno de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Universidad de Huelva: “Sabíamos que el Decreto 137/2002 de 30 de abril de apoyo a las familias iba a incidir en el día a día de los colegios, y quisimos aprovechar esa oportunidad”, recuerda Felicitas Coronado, trabajadora social y fundadora de la compañía junto a las otras tres socias: Raquel del Trigo, también trabajadora social; Pilar Castilla, licenciada en Humanidades; y Carmen Fonseca, informática.

En aquel momento, todas tenían entre 25 y 33 años. También mucha ilusión por cruzar la línea que separa el emprendimiento del trabajo por cuenta ajena: “Nos asesoramos, y vimos que por razones muy distintas lo más conveniente era optar por una fórmula de economía social”, asegura. El resultado fue esta empresa de servicios socioeducativos, formación y ocio que, como dice Felicitas, “dota de personal a los centros escolares para que puedan poner en marcha determinados servicios”. Éstos abarcan un amplio abanico: desde actividades extraescolares hasta campamentos de verano, pasando por guarderías, animación sociocultural, competiciones deportivas, organización de eventos, y un largo etcétera.

Empezaron con apenas ocho centros académicos y hoy, ocho años después, están presentes en toda la provincia de Huelva, colaborando con entidades e instituciones tanto públicas como privadas. Además de las socias, en las oficinas de Coperaula trabajan otras cinco personas contratadas: todo ello sin contar las decenas de puestos de trabajo generados con la puesta en práctica de las distintas actividades, ocupados principalmente por diplomados en las distintas ramas de Magisterio.

Nexo, mejor investigación cooperativa

Fue en el año 2000 cuando Julián Moreno, Julio Segovia y Christian Molina, amigos de la infancia y compañeros de facultad, decidieron crear la sociedad cooperativa Nexo: “Nos habíamos titulado en Estadística y Marketing, viendo claramente la vinculación y aplicación de la Estadística al mercado; de ahí parte el significado de Nexo, como unión de disciplinas y personas”, recuerda Molina. Por eso, con edades que rondaban los 25 años, estos tres jóvenes sevillanos ‘dieron el salto’ desde sus puestos de trabajo para darle forma a su proyecto empresarial.

Nexo nació en Sevilla partiendo de la nada: “No teníamos un repertorio de servicios, sino que éstos se fueron configurando con el paso del tiempo y a partir de unas líneas generales, como era la propia investigación de mercados”, recuerda Christian. Poco a poco fueron prosperando; ahora, Nexo cuenta con cinco socios, tiene su sede en un parque industrial de la corona metropolitana y aunque la contratación de profesionales depende de los proyectos que se aborden, ésta suele rondar las ochenta personas al año: “Pienso que ponemos nuestro grano de arena en el desarrollo local; también tenemos un fuerte sentido de la responsabilidad social”, añade Molina. En este sentido, han suscrito acuerdos con universidades para facilitar la integración laboral de los estudiantes, y también con diversas organizaciones que agrupan a personas con riesgo de exclusión sociolaboral.

El desarrollo de estudios es una línea de negocio y trabajo fundamental para Nexo, y a ella dedican bastante tiempo y recursos. De hecho, la investigación reconocida en estos Premios Arco Iris comienza en 2003, cuando sus promotores descubren que las cuentas de la economía social no estaban representadas en el global de empresas y que existía, por consiguiente, cierta invisibilidad en este aspecto: “Por eso nos propusimos crear una Central de Balance de empresas de Economía Social en Andalucía”, dice Christian Molina. No había precedentes, ni en España, ni en Europa. Así, apoyados por la Consejería de Economía, Innovación y Ciencia, por la organización CEPES y por algunas universidades, se implicaron siendo conscientes de estar elaborando algo único, manejando para ello datos de más de 9.000 empresas. El resultado, esta investigación hoy premiada y una segunda edición en la que trabajan actualmente.

José Luis Suárez Muyor, mejor labor de fomento del cooperativismo andaluz

La intensidad de su vida laboral no sólo convierte a José Luis en digno merecedor de este premio, sino también en un ejemplo ilustrador de que la economía social es el mejor sistema para encauzar una visión democrática y solidaria del reparto del trabajo. Nació en Almería en 1952; tras finalizar el bachillerato elemental, con catorce años, comenzó a trabajar: “Empecé de chico de los recados en una tienda de componentes eléctricos, y de ahí pasé como botones al Círculo Mercantil en mi ciudad natal”, recuerda. Más tarde fue contratado por una gestoría, donde permaneció alrededor de dos años, y seguidamente por una empresa del sector de la construcción.

Con apenas 18 años se marchó a Hannover (Alemania) como empleado de una fábrica de ladrillos. Cuando volvió, rondando la veintena, se casó, tuvo un hijo y retomó su trabajo por cuenta ajena en la gestoría. Sin embargo, la militancia política le llevó a mantener contacto con la economía social, marcando un punto de inflexión en su vida profesional. Así, en 1979 –con 27 años- participó activamente en la creación de la Federación de Cooperativas Andaluzas (FECOAN), y pocos meses después optó por dar el paso y crear su propia empresa de economía social: la autoescuela Al-Andalus, que está a punto de cumplir sus tres décadas de historia.

José Luis siguió compaginando su faceta emprendedora con el fomento del cooperativismo a través de FECOAN, hasta que en 1991 fue elegido presidente de esta federación. Así, tras solicitar una excedencia en su compañía, se marchó durante cinco años a Sevilla para dedicarse en exclusiva a esta labor. Desde su nuevo puesto trabajó activamente por la fusión con la Federación Andaluza de Empresas Cooperativas de Trabajo Asociado (FAECTA), que culminó en 1996. Volvió entonces a Almería para reincorporarse a su empresa, en la que continúa, aunque compaginando desde 1999 su labor de socio en Al-Andalus con la de interventor en la Federación.

“Para mí es un orgullo obtener este premio a propuesta de mis compañeros… ¡Hasta voy a creerme que de verdad he hecho algo por el cooperativismo!”, sentencia con buen humor antes de añadir que el premio no culmina su trayectoria profesional: “No me van a jubilar en ningún caso, seguiré aquí mientras mis compañeros crean que aporto”, añade. A su juicio, la economía social “genera un valor añadido en la economía andaluza”, y por eso anima a los jóvenes emprendedores a optar por alguna de las fórmulas que contempla a la hora de crear su propio negocio: “Si comparamos las empresas de economía social con las sociedades mercantiles, son la noche y el día”, opina.